Natural y oriundo del Real Valle de Guriezo, en donde nació en el año 1478. Descendiente de los Marroquín, señores de la casa solar de la Iseca. Familiar (¿hermano?) del regidor D. Francisco del Valle Marroquín.
Fue maestro de Filosofía y Teología en Osuna. Hallándose en la corte de Carlos V, hizo amistad con el conquistador D. Pedro de Alvarado, quien reconociendo sus grandes dotes, le llevó en su compañía a Guatemala, nombrándole primer cura de la parroquia de la nueva ciudad, el 11 de abril de 1530. En ese mismo año el obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, le dio el título de provisor y juez eclesiástico de Guatemala. El emperador le presentó para el obispado de Santiago de los Caballeros, al que accedió el 18 de diciembre de 1534.
Falleció el 18 de abril de 1563, día de Viernes Santo (fecha en que se clausuró el Concilio de Trento).
Su labor personal fue incesante, desde su llegada hasta su muerte. Se consagró desde el primer momento a los más pobres, especialmente a los indios, dedicando grandes territorios al cultivo del maíz, para mantenerlos. Así mismo con su dinero, les construyó un hospital, que posteriormente donaría al rey.
Dirigió personalmente la edificación de las dos catedrales de la ciudad de Guatemala, la antigua y la moderna.
Transfirió el domino de su propia casa para tribunal de la Audiencia.
En su testamento, otorgado el 5 de abril de 1562 ante Juan Palomino, confiere un legado importante para la fundación de un colegio, con un rector y doce colegiales, dejando comprado el terreno, con el fin de que se leyese Gramática y las cátedras de Filosofía y Teología. Cimientos de lo que sería, 100 años después, el Real Colegio de Sto. Tomás de Aquino y posteriormente, la Real Universidad de San Carlos de Guatemala.
Autor de la primera gramática en castellano y lengua indígena del continente.
No se olvidó del pueblo que le vio nacer, y en 1550, siendo obispo de Guatemala, encarga la construcción de la Iglesia monumental de San Vicente de la Maza, actual templo parroquial de Guriezo.